el mundo es caótico

Por ejemplo, me enteré de que la infracción de la Ley de valores y bolsa consistía normalmente en la difusión de rumores y el escaparatismo. El contenido de la propagación de rumores es que, en el proceso de evaluación del valor corporativo de la empresa a adquirir, el propietario de la empresa declaró en el material de divulgación que un tercero había evaluado el valor. Sin embargo, en el proceso, la empresa auditora y la empresa discutieron y decidieron el importe, y al final, la empresa auditora no fue la única que decidió el importe, por lo que la empresa divulgó un contenido diferente. Se trata de un contenido incomprensible, se piense como se piense. Además, el escaparatismo significa que algunas de las ventas se registraron como ventas aunque todavía no se habían entregado. La otra es que las acciones propias de la empresa se incluyeron en los beneficios del fondo, y dado que esto constituía una operación de capital, no procede incluirlas en la cuenta de resultados. Es cierto, pero, de nuevo, ¿por qué detienen a la gente por algo así?

Hasta ese momento, yo había previsto que todas las empresas serían sustituidas por negocios centrados en Internet, y había estado digitalizando empresas analógicas de punta a punta para que toda la humanidad pudiera disfrutar de las maravillas de Internet. En este proceso, hubo muchas fricciones con las grandes empresas analógicas existentes, y a veces recurrimos a medios contundentes para fastidiarlas. Pudimos hacerlo por la fuerza, porque la digitalización del mundo es más cómoda para todos, excepto para los implicados en los negocios analógicos, que disfrutan de los beneficios económicos de la mayor comodidad. En otras palabras, todo el mundo se enriquece.

Sin embargo, las empresas analógicas tenían un gran poder político. El poder es el número de votos. Los políticos son vulnerables a los votos. Las empresas analógicas tenían miedo de que nosotros, los recién llegados, destruyéramos su cómodo entorno. Tenían miedo de que nosotros, los recién llegados, destruyéramos su cómodo entorno.

Desde entonces, todas las empresas han sido privadas de su libertad. Esta organización corrupta, de la que sólo puedo pensar en un anciano, es el mal del poder centralizado. Cuando los idiotas están en la cima, tenemos que vivir en una sociedad de idiotas.

Pero ahora, nosotros u otros propietarios de empresas disponemos de un entorno en el que podemos tener libertad. El día en que la descentralización cambie el mundo está a la vuelta de la esquina.